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Dependencia de los niños hacia las pantallas podría ser una conducta aprendida de los padres

Con el avance de la tecnología, los adultos se han visto inmersos en el uso excesivo de dispositivos electrónicos. Durante la pandemia, esta dependencia se acentuó, ya que teléfonos celulares, tablets y computadoras se convirtieron en herramientas indispensables para mantener en movimiento la economía mundial.

Dependencia de los niños hacia las pantallas podría ser una conducta aprendida de los padres

Rebeca Gómez, profesora y psicoterapeuta Gestalt, explicó en Conatel al Aire que la relación de los niños con estos dispositivos puede ser una conducta aprendida de sus padres. «¿Cómo es mi relación con los dispositivos electrónicos y las redes sociales? ¿Cuánto tiempo les dedico? ¿Qué pasa si les doy demasiado espacio en mi vida? ¿Qué ocurre cuando prefiero comunicarme solo a través de plataformas digitales?», cuestionó.

La especialista señaló que este comportamiento puede llevar a que niñas, niños y adolescentes repliquen los hábitos de sus progenitores, quienes, en muchos casos, no fomentan actividades recreativas alternativas. Estas son esenciales para que el cerebro de los más pequeños siga desarrollando nuevas conexiones neuronales, algo que ocurre cuando se les desafía a realizar tareas fuera del ámbito digital.

Gómez también destacó la diferencia entre realizar una compra en línea y hacerla de manera presencial, una práctica común en el pasado que ayudaba a desarrollar habilidades sociales. «No es lo mismo que un adolescente compre en línea a que lo haga en persona. Antes, tenía que interactuar: pedir el producto, pagar, incluso conversar. Hoy, esas habilidades se están debilitando», comentó, refiriéndose a acciones cotidianas de antaño, como enviar a los jóvenes a la panadería, que, aunque simples, estimulaban su desarrollo cognitivo y social.

Finalmente, la psicoterapeuta hizo un llamado a los padres para que dejen de lado las excusas y promuevan tanto su propia creatividad como la de sus hijos. Insistió en la importancia de realizar actividades alejadas de las pantallas, sin necesidad de grandes presupuestos, y ofrecer tiempo de calidad a los más pequeños. El objetivo no es demonizar la tecnología, sino fomentar un uso responsable y consciente, evitando así exponerlos a situaciones de riesgo.